Por iván

De la indiferencia a la empatía con el otro

Es muy común que en la actualidad nos encontremos bombardeados por una gran cantidad de información de diferente índole, en el mejor de los casos tenemos acceso a datos verídicos pero otras ocasiones somos presa de las fake news las cuales además de que distorsionan la realidad, nos hacen tener después una postura escéptica y quizá llena de indiferencia cuando estamos ante una situación real.

Esta indiferencia se presenta en las múltiples esferas donde nos desarrollamos, quizá porque prima una completa individualidad a pesar de estar inmersos en una sociedad cada vez más globalizada. Formamos el todo, pero sin ser capaces de salir de nuestro micro cosmos y darnos cuenta de las necesidades de los demás, y mejor aún, de que necesitamos del otro.

Retomando el ámbito informativo, es posible encontrar un sector de la sociedad que se muestra preocupado por las injusticias sociales, políticas, económicas e incluso religiosas, y con un espíritu altruista hacen esfuerzos para tratar de contribuir en la desaparición de dichos actos, es decir, hacer más pequeña la brecha entre aquellos que tienen alguna carencia y el resto de la sociedad; sin embargo ocurren dos fenómenos interesantes, el considerar la realidad como ajena o distante y el creer que no todos tenemos la capacidad de brindar apoyo a quien lo requiere.

La realidad ajena o distante se encuentra relacionada con una visión parcial o limitada de la misma, donde no tenemos la capacidad sensible suficiente para darnos cuenta de las necesidades de los demás, pensamos que aquel que requiere nuestro apoyo no se encuentra al lado nuestro, sino que tenemos que ir a buscarlo en los confines del mundo, sobre todo a aquellos países con más carencias económicas, siendo que el necesitado pasa muchas veces de soslayo ante nuestra vista, pero el ritmo de vida o más gravemente, nuestra indiferencia se convierten en potentes obstructores visuales.

El segundo fenómeno, es el de considerar que no somos capaces de proporcionar la ayuda requerida, ya que solemos relacionar dicha intervención con el aspecto económico, que, si bien es importante, no es la única forma en la que podemos contribuir.   

Es necesario que hagamos un alto en nuestra vida y con una mirada llena de empatía, descubramos que hay personas cerca de nosotros que nos necesitan, que requieren no sólo lo económico, sino un techo donde cubrirse de las inclemencias del tiempo, un medicamento, un consejo o un momento de atención. Claro está que dichas necesidades las podemos encontrar incluso en nuestra propia familia o con los vecinos y conocidos, pero también es cierto que existe otro sector de la población que quizá se encuentre en condiciones más vulnerables. Nos referimos a aquellas personas que han tenido que dejar su hogar, incluso familia, para ir en busca de mejores oportunidades a otro lugar, es decir, los migrantes.

La migración es un acontecimiento que tiene presencia en todo el mundo, y aunque para algunos suele ser una experiencia planeada donde la estabilidad económica y familiar están garantizadas, para muchos otros se convierte en una carrera de obstáculos impredecibles, llena de riesgos, desavenencias, sinsabores y peligros. La migración se convierte en una importante oportunidad para mostrar nuestra capacidad de empatía y solidaridad, para ayudar a quien tiene una necesidad apremiante, sin que llegue a ser gravoso en nuestra economía o persona.

 

Recordemos que basta con alzar un poco nuestra mirada para observar a aquella persona que nos necesita, ya sea que se encuentre de manera independiente o bien, en alguna instancia que brinde apoyo a los migrantes. Tengamos en cuenta que todos y cada uno de los migrantes, son personas y como tal tienen el derecho de gozar con idéntica dignidad a la nuestra.